LECHE DE VACA Y LECHES ADAPTADAS

A los papas de los más peques, queremos hablaros de la importancia de la introducción de la leche de vaca en su alimentación.

En torno al primer año de vida, prácticamente ya puede comer de todo, aunque la ESPGHAN informa de la importancia de no dar leche de vaca hasta los tres años (ni sus derivados)

La ESPGHAN (Asociación Europea Pediátrica de Gastroenterología y Nutrición Infantil) recomienda sustituir estos alimentos por leche de crecimiento. El hecho de ser farmacéutico hace que a diario, los papás de los más pequeños me pregunten por qué razón. Tras investigar un poco más a fondo sobre este tema, os dejo aquí un resumen del porqué:

La leche de vaca tiene un alto contenido en proteínas y en sales minerales que, junto a la característica composición en grasas y su escaso contenido en lactosa, hacen que no sea adecuada para el estómago ni riñones del pequeño: todavía son inmaduros. Los científicos de la ESPGHAN advierten de los riesgos que conlleva la introducción temprana de la leche de vaca: desde diarreas hasta alergias.

MINERALES Y PROTEÍNAS:

La concentración en la leche de vaca es casi 4 veces mayor a las necesidades del pequeño. Esto puede suponer, en algunos casos, la aparición de fatiga renal y deshidratación. Las leches adaptadas de crecimiento ven muy reducida su composición en proteínas y sales minerales y suelen estar enriquecidas en calcio, potasio, hierro y zinc, nutrientes que no abundan en la leche de vaca.

HIDRATOS DE CARBONO:

Es importante que la gran mayoría de carbohidratos que se consuman por el pequeño sean lactosa. La leche de vaca es pobre en lactosa.

GRASAS

La leche de vaca contiene una concentración correcta de grasas, pero es escasa la concentración de ácidos grasos esenciales omega 3 y 6. Estos ácidos grasos no pueden ser sintetizados por el organismo, solamente se obtienen a través de la dieta.

NOTA PARA LOS PADRES: este artículo es a modo informativo. En cualquier caso, hagan caso de los consejos de su pediatra.